Al día siguiente apareció por la escuela un médico argentino voluntario. ¡No me lo podía creer, un médico!
Enseguida le puse al día de la situación y me lo llevé a conocer a Brighton y a su familia. Cuando llegamos allí y pudo valorarlo, lo tuvo claro: el niño no tenía diabetes, todo apuntaba a una epilepsia no controlada.
Cuando vimos que Brighton estaba mejor, acudimos a ver al médico local (Foto). Allí le realizaron numerosas pruebas y se determinó que, efectivamente, sufría de epilepsia y necesitaba medicación inmediata y, posiblemente, de por vida.
Descubrimos que, hasta este momento, había estado sufriendo hasta 5 y 6 episodios de epilepsia por día, ¡una auténtica locura!. Palabras textuales del doctor: «este niño tiene el cerebro totalmente destrozado y cada episodio que sufre se lo destroza aun más». Esto explicaba el motivo por el que Brighton presentaba grandes retrasos en el desarrollo.